Imagen de portada: Centro Social Coreano A.C. Tijuana, B. C. /Fuente: Google Maps.

En 2020, la búsqueda de testimonios de los primeros coreanos en Tijuana me brindó la oportunidad de charlar con la oftalmóloga Nilda Llanes Kim, nacida en 1938 en el estado de Yucatán, quien tiene su consultorio ubicado en la ciudad. La doctora Nilda es hija de padres coreanos. Su padre llegó siendo un niño de cuatro años directo del reino de Choson en el año 1905, su madre también era hija de coreanos, pero nacida en la península de Yucatán.

Nilda llegó a Tijuana en 1967, después de concluir sus estudios en medicina en Ciudad de México, siendo de las últimas descendientes coreanas en establecerse en esta ciudad fronteriza. Como muchos de los que llegamos a Tijuana, la doctora Nilda vino motivada por sus familiares, quienes le ofrecieron ayudarla a iniciar su propio consultorio médico.

Sentada detrás de su escritorio, narró para esta escritora parte de la historia de su familia y de algunos conocidos coreanos que llegaron a Tijuana antes que ella en busca de mejores oportunidades de vida durante de la década de los cincuenta: “Fue que vino un grupo de comerciantes de Mérida que tenían tiendas y zapaterías, y alguien les dijo que Tijuana era un muy buen punto porque el comercio era muy bueno, porque estaba en la frontera con Estados Unidos” (Nilda Llanes Kim, 2020). Resulta que este grupo comerciantes era de origen coreano, algunos de ellos habían llegado en 1905 desde la península coreana a Yucatán para trabajar en las haciendas de henequén, otros eran su hijos o descendientes.

Entonces vinieron, por ejemplo, vino mi tío a conocer. Y luego vinieron otros parientes a conocer. Uno de ellos, el señor Díaz puso una tienda de abarrotes. Él ya tenía en Mérida también eso, conocía el giro y le fue muy bien. Como era una comunidad coreana chica, se comunicaban. Y dijeron: “no, pues, que está muy bien el negocio”, que no sé qué, que no sé cuánto. Mi tío tenía una zapatería en Mérida. Entonces, vino y puso una zapatería aquí y puso varias. Así empezaron a venir, oyendo que aquí en Tijuana había una respuesta comercial”

Nilda Llanes Kim, 2020.

Los estudiosos de la migración coreana en México señalan que, para entender la migración de coreanos hacia México debemos tomar en cuenta que ha habido distintas olas migratorias a lo largo del siglo XX. Por ello, es necesario hacer una diferencia entre la primera migración coreana de 1905, cuando la península coreana estaba gobernada por la dinastía Choseon; y las subsecuentes migraciones que se produjeron después de 1962 con el establecimiento de relaciones diplomáticas entre México y la República de Corea (Corea del Sur). La llegada de coreanos a México se incrementó a finales del siglo XX con la firma del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá. En este artículo nos enfocaremos en los descendientes de la primera migración que llegaron a Baja California desde Yucatán.

Los descendientes de la primera migración en Baja California: coreanos y yucatecos.

Para comprender mejor la presencia coreana en Baja California es necesario remontarnos a comienzos del siglo XX, cuando un primer grupo de coreanos[1] provenientes del Reino de Choson en 1905 llegaron al puerto de Salina Cruz Oaxaca, para encaminarse hacia Yucatán, donde fueron contratados como trabajadores en las haciendas de Henequén. Siendo apenas un niño, el padre de la doctora Llanes Kim fue parte de este  grupo. Su contrato tenía una duración de cuatro años, sin embargo, no les fue posible regresar a su tierra natal, pues la península coreana pasó a ser colonia del Imperio Japonés en el año 1910. Además, las condiciones en las que laboraban como peones de las haciendas eran prácticamente de esclavitud. Sin una patria a la cual volver, y habiendo estallado la Revolución Mexicana, algunos decidieron permanecer en Yucatán, otros migraron hacia Cuba, y algunos más hacia la Ciudad de México.

En la década de los cuarenta Tijuana comenzó a experimentar un auge significativo en términos económicos y sociales, producto de los efectos económicos de la Segunda Guerra Mundial y el impulso del programa Bracero, lo cual atrajo a migrantes del sur del país en busca de mejores oportunidades para desarrollarse, ya fuera para cruzar la frontera hacia el estado de California, E.U.  o para laborar en esta creciente urbe. Entre ellos, vinieron coreanos desde Yucatán y sus descendientes, que continuaron desplazándose en busca de una mejor vida hasta finales de la década de los sesenta.

Estos coreanos y sus descendientes contribuyeron de forma significativa al desarrollo económico y social de Tijuana. Al estar en la frontera, lograron relacionarse con organizaciones de migrantes y descendientes coreanos en Los Ángeles y San Diego. Algunos emigraron hacia Estados Unidos y otros permanecieron del lado mexicano de la frontera, familias también partieron hacia Ensenada y otros hicieron de Tijuana su hogar.

Algunas de las contribuciones de estos primeros coreanos en Tijuana fueron la apertura de establecimientos comerciales como las zapaterías “La Estrella”, a cargo de el señor Elías Yi Donoi y abarrotes “El Ave de Oro”, del señor Pedro Díaz Corona[2] (antes mencionados en el relato de la doctora Nilda), quienes llegaron a la ciudad a finales de la década de los cuarenta. La comunidad de descendientes coreanos, incluyendo a Díaz Corona y Yi Donoi, colaboraron para la fundación y construcción del Centro Social Coreano de Baja California. 

En el Centro Social Coreano nos reuníamos, y había comidas, había fiestas tradicionales coreanas, se celebraba con comida coreana. 

NILDA LLANES KIM, 2020

En la década de los ochentas destaca la contribución de los descendientes coreanos para la construcción del primer templo de la Iglesia Adventista en la Calle K donde activamente participó como tesorera la doctora Nilda Llanes Kim, junto a las familias  King, Kim, Kong y Yu. Más recientemente, en la década de los noventa destaca la colaboración del médico Gabriel Chong, descendiente coreano, en la fundación del Hospital Infantil de las Californias.

La historia de los primeros coreanos y sus descendientes en Baja California es una historia que aún falta por escribirse, pero no pueden pasar inadvertidas sus valiosas contribuciones a la sociedad tijuanense y, en general, para Baja California.


Fuentes de consulta:

Contreras Aragón, Dinorah L. (2020). Hananim en la Frontera: un estudio sobre iglesias coreanas en Tijuana, Baja California (págs. 71-82). El Colegio de la Frontera Norte: México.

Agradecimientos: Nilda Llanes Kim, Vasthi King y Fermín Kim.


[1] Alrededor de mil coreanos, la cifra varía según las distintas fuentes. Esta es entre mil y mil 33 coreanos. Un texto referente para leer más sobre el tema: HUELLAS DEL PASO DE LOS INMIGRANTES COREANOS EN TIERRAS DE YUCATÁN Y SU DISPERSIÓN POR EL TERRITORIO MEXICANO de Alfredo Romero Castilla.

[2] Según las fuentes testimoniales, el apellido “Corona” fue el resultado de la castellanización del apellido “Ko” de origen coreano.